Ya queda poco para la carrera y como si fuera una tarde después de una lluvia otoñal, hemos salido como robellones de asfalto, a entrenar esa trazada a la que arañar una décima más.
Por la mañana hice unas tandas con Adrián Lecha con una igualdad de infarto, pasándonos y repasándonos varias veces por vuelta: quizás los tiempos no fueran espectaculares, pero lo que sí fue es muy divertido.
Rodri estuvo intratable, con un pepino que al enfilar la subida ruge como el motor de una avión, quizás rozando las revoluciones de los MacLaren (¿cuantas eran, Pedro, 19.000?).
Laura estuvo en tierra de nadie, la única "junior", trabajando sola el paso de curva, la trazada (que hoy la has bordado) de la horquilla donde empieza la subida y consiguiendo meter el kart en la de entrada de recta, que no es nada fácil, porque tienen una maldita tendencia al rojiblanco que a veces es incontrolable.
Por la tarde se unió Gerardo, que ha estado muy constante, hasta que el acelerador le hizo una mala jugada y le dejó sin control sobre las marcas de la parrilla; el trabajo de los mecánicos en equipo, con meticulosidad eficaz, consiguió arreglar el problema y pudo hacer una última tanda, solo pero muy motivado.
José Antonio se puso a los mandos de un Maranello, marcando un par de vueltas a Rodri que hoy estuvo atendido por los cuatro lados.
Cuelgo una foto de los de Utrillas que estuvieron todo el día divirtiéndose como enanos.
Al final, el cielo se puso uno de sus mejores trajes para despedir un fin de semana productivo y muy divertido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por compartir tu opinión: tu punto de vista nos interesa.