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Llegamos y a montar el campamento (fue una sorpresa encontrar a Alberto con Gabi): que si saca las herramientas, las ruedas, el carro...aprieta esto, afloja lo otro... un plato de 74 o uno de 80 pero ¿con qué piñón?... bueno, mientras "unos" unos sacan y colocan, aprietan y aflojan ... "otros" se pasean con el casco puesto.
Aquí no se nota mucho, pero el circuito está muy bacheado.
De vez en cuando (sólo de vez en cuando) parábamos para comprobar tiempos y vuelta a rodar (0,59,27 llegó a poner en el Mycrom).
Para las madres y padres fue también un buen día, con las manos negras de grasa y la sensación del buen trabajo hecho.
Unas veces iba Alberto delante, otaras yo y otras a la par.
Hasta que no cayó la tarde no nos fuimos a casa, eso sí, con los huesos molidos del tracatá del circuito y el espíritu encantado.
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