sábado, 1 de octubre de 2011

Alonso ha querido mi cabeza?; sin comentarios.

No ha tardado mucho Aldo Costa en dar rienda suela a su lengua, tras apartarse definitivamente de Maranello.
En el blog de Leo Turrini el ex de Ferrari ha contestado a las preguntas sobre su futuro en Mercedes... y su pasado en la Scudería.
¿Es cierto que Alonso ha sido quien ha querido tu cabeza?: "No comento. Ahora trabajo para Schumi".
Culpado del fracaso del F150, la paciencia de Montezemolo se acabó cuando Fernando fue doblado en Montmeló delante de miles de espectadores (uno de ellos era Botín), por lo que fue apartado del desarrollo del coche; preguntado por Turrini sobre si desde entonces parece que las cosas no hayan ido mejor para Ferrari, contesta inicialmente con un lacónico: "sobre ese tema prefiero correr un tupido velo", pero no hizo falta que le tirara mucho de la lengua para que inmediatamente añadiera: "desde que me libraron de mi compromiso, de inmediato han dicho que el coche andaba mejor en verano porque yo no estaba allí, pero utilizaban las modificaciones diseñadas por mí; ahora usan cosas pensadas por otros, los resultados los debéis evaluar los periodistas".
Parece que Costa quiere hacer ver que su proyecto tenía un par de meses de caducidad (desde mayo en que deja de trabajar, hasta el verano), como si la responsabilidad de un diseño con inferior carga aerodinámica respecto a Red Bull y McLaren y la consiguiente dificultad de coger temperatura los neumáticos, el subviraje y la rigidez del chasis con una suspensión ineficiente,no fuera el resultado de su obra intelectual que primero no supo adaptarse al doble difusor, y después a su abolición.
Puede que con la marcha de Costa no se resuelvan todos los problemas de Ferrari y haya quien mire más arriba, hacia esas otras cabezas que apostaron por el made in Italy, pero al menos ahora se da una oportunidad a la entrada de nuevas ideas, cuyos resultados formarán parte de la emoción de pretemporada para el 2012, en la que Aldo Costa, anuncia que con Brawn y Schumacher estará en la lucha por el título.
¿Crees que en un futuro veremos a Pat Fry con los colores de Ferrari hacer alguna celebración parecida a la que hizo Chris Dyer con Kimi en Spa 2007?.

http://www.dropbox.com/gallery/45285280/1/Benicassim?h=15ae97

Hamilton: el ocaso de un talento

Érase una vez un crío que soñaba con ser piloto de F1: en la escuela, mientras el profesor hablaba de historias de reyes que conquistaban tierras lejanas, él dibujaba en su cuaderno el trazado de los viejos circuitos de Spa, Monza o Mónaco, recorriéndolos una y otra vez con su bolígrafo plateado, soñando con flashes de fotógrafos que le esperaban en las alfombradas pasarelas que conducen al podio.
Los sueños de los niños son más fáciles de alcanzar si un mayor cree en ellos, malgastando los suyos propios en el nido ajeno, como si el cuco del destino le hubiera visitado a hurtadillas.
Él tuvo la suerte de un padre que desde el nacimiento apostó por tener un hijo veloz: por eso le puso el nombre de Carl Lewis, en homenaje al atleta apodado "El hijo del Viento" que el año anterior había ganado cuatro oros en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. Se jugó los ahorros que no tenía, hasta dejar en el chasis su propia vida de inmigrante caribeño, buscando resultados que le abrieran una puerta.
Así, pasaron años juntos, forjando, circuito a circuito, una brillante carrera que le puso a los pies del gran señor, el que tenía (y tiene) la llave que abre el garaje de McLaren.
A veces, sobre todo en los cuentos, los sueños se cumplen, y el Hijo del Viento empezó a cosechar triunfos; los flashes se encendieron para él y salpicando la oscuridad de estrellas, que en definitiva son los sueños de los niños.
Sin darse cuenta de lo que perdía, Carl Lewis, el Hijo del Viento, no se contentó con ser el mejor: quiso ser el Único; pero ya no tenía a su lado un mayor que le cuidara los sueños, porque se dejó conducir por la senda del glamour de la mano de un tal Simon Fuller, un manager que no entiende de sueños, sino de realidades y de vanidades, al que le da igual que sean de las Spice Girls, de David Beckhan o de Amy Winehouse, esa chica cuyos sueños se quebraron tan tempranos, con apenas un año más de los que ahora tiene Hamilton.
Los flashes ya no buscan la estrella del deporte, sino la polémica que hace subir el valor mediático del producto comercial propiedad de XIX Entertaiment; en su interior, el piloto no se contenta con no ganar carreras, pero ya no es el mismo. Ahora es su compañero de equipo el que acaba delante, el que sube a los podios, mientras el Hijo del Viento se pierde en tempestades ajenas.
Hamilton es un tipo que se merece algo mejor; puede hacernos disfrutar momentos apasionantes o puede provocar que sus compañeros de parrilla se reúnan para tratar de su forma de pilotar; no es cuestión de un estilo agresivo o impulsivo, sino un chico descentrado buscando sólo el éxito: pero es tan corta la gloria y tan largo el olvido.
Quienes le quieren se preocupan por su destino, mientras los otros, los que sólo buscan provecho, esperan de él que siga llenándoles los bolsillos: ¡qué pena me produce tanto talento desperdiciado!.