domingo, 16 de enero de 2011

Ladrones de sueños

“¿Por qué caminar si puedes volar?”, es el título del libro en que Isha nos revela su método de crecimiento personal que, como todos los libros que anidan en la estantería de autoayuda del Corte Inglés, dice estar libre de creencias, dogmas y filosofías.
Pero yo os invito a un viaje inverso, el que nos proponen muchas personas en la vida dando la vuelta al título de ese libro: “¿para qué volar si sólo puedes caminar?”.
Había una vez un niño (o una niña, que para el cuento que os voy a contar nada importa el género) que caminaba distraído por las calles de su ciudad; estaba de vuelta del colegio, cargando en la mochila un montón de aburridos deberes (lo siento, pero a veces la relación educativa es bidireccional), empujando con el pie una chapa por la acera, cuando le llamó la atención el cartel que había en el escaparate de un banco: sintió que las llamativas letras rojas le hacían una pregunta directamente a él: “¿quieres dar el primer paso hacia la Fórmula 1?”.
Animando el paso fue a casa, sacó de la mochila el cuaderno de matemáticas y empezó a dibujar, entre divisiones y multiplicaciones, coches de carreras, con unos alerones exagerados, mientras su mente volaba por circuitos a la velocidad de un Ferrari (podría haber sido un Williams, pero entonces ni tan siquiera sabía que existieran).
Durante los siguientes días corría al colegio por las mañanas, y mientras la profesora explicaba donde estaba Italia, él dibujaba el circuito de Monza, que la tarde anterior se había aprendido de memoria en la Wikipedia, y lo recorría una y otra vez con el lápiz buscando la trazada perfecta; creía ver en el profesor de inglés al mismísimo Hamilton, explicándole los fundamentos del f-duct; y en matemáticas planteaba sus dudas en términos de espacio partido por tiempo.
Pasó una semana de excitación antes de decidirse a entrar en el banco del anuncio. Pidió un folleto, que luego manoseó nervioso toda la tarde, hasta que lo puso encima de la mesa, entre los platos de la cena: “de mayor quiero ser piloto de Fórmula 1”. Al día siguiente estaba hecha la inscripción.
Quedaba una semana para la prueba, y qué largo es el tiempo cuando se espera algo, pero, al final siempre llega. Para acortar la historia, pasó la prueba y estuvo un año corriendo en karts, un año en que se aprendió el nombre de todos los equipos y los pilotos de la F1, pegado los domingos de carrera a la televisión, aunque fuera de madrugada, para ver a los pilotos profesionales enlazar las curvas en un circuito que él ya se había hecho mil veces en la consola. En la competición de karting nunca dijo que no a un entrenamiento, a una propuesta, buscando siempre la excelencia del mejor resultado.
Fue un año de crecimiento personal, sin necesidad de ningún método de autoayuda, y sin otra preocupación que correr y correr: cuanto más, mejor.
Pero se acabó el año: “lo siento, ahora os toca a vosotros seguir el camino solos”, les dijo como despedida el director del curso. Sin ninguna experiencia, se preguntaron qué hacer, y el niño del cuento (o niña) sólo dijo: “quiero ser piloto de Fórmula 1”.
Entraron en un mundo desconocido, donde les vendieron a precio de nuevo un chasis doblado, un mono a punto de caducar y un casco ya caducado… reponiéndose de cada error (¿se puede llamar error a ser objeto de un engaño?), siguieron yendo a los circuitos, aprendiendo sobre la marcha a elegir los reglajes y a carburar en carrera; luego en casa, el niño hacía de la consola su simulador, quitando de la configuración todas las ayudas para aprender las reacciones naturales del coche.
En un breefing, casi al final del primer año de campeonato, el director de carrera, muy severo miró a los asistentes: “no os creáis que de aquí va a salir ningún Fernando Alonso…” dijo, para después justificar las carencias de organización: ¿para qué volar si sólo puedes caminar?.
El final del cuento (todos los datos, por cierto, son reales, aunque no de todos ellos hayamos sido nosotros protagonistas, ¿o sería mejor decir víctimas?) suele ser que hay muchos niños y niñas que abandonan su ilusión, no porque no quieran, sino porque al final alguno de los muchos ladrones de sueños consiguen su objetivo.
En mi lista de ladrones de sueños, uno de los más crueles ocurrió ahora hace justamente un año y fue el robo de la ilusión de Pechito López por parte de Ken Anderson y su socio Peter Windsor, las caras visibles del equipo norteamericano USF1, con el lamentable silencio complaciente de Ecclestone, Charlie Whiting y la FIA.

12 comentarios:

  1. Hace unos dias estuve compartiendo emociones con el papá de un niño que compite en karting. No nos conocíamos y coincidimos por motivos de su trabajo. Vio en mi librería una foto del año pasado en Cheste en la que se ve al fondo el F10 de Alonso y de ahí surgió la magia de una buena conversación. Yo escuché mucho más de lo que hablé, claro, y escuché no sólo con mis oídos, sino también con mis ojos. La forma de moverse al hablar de la aventura junto a su hijo nada tenía que ver con aquella con la que había entrado en casa. Estuvimos muuuuucho tiempo charlando. También me contó algún sueño robado. Y por encima de la decepción y de la desilusión, me transmitió la existencia de una conexión fuerte y única con su hijo, algo extremadamente valioso hoy en día y siempre. Hablamos mucho de Alonso y de velocidad y de vivencias personales suyas vividas cuando era a él a quien le robaban los sueños. Un enamorado de Alcañiz.

    Ah! Y también hablamos de unas ganas de volar que no veas, porque esas no te las puede robar nadie. Y los sueños tampoco, son fuertes y siempre se reproducen.

    Feliz domingo!

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  2. Por cierto, me encanta la cabecera!

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  3. Estimado José Luis,
    En primer lugar me encanta que muestres a un alumno motivado de casa (él quiere hacer cosas y está dispuesto a pagar el precio para hacerlo, imaginándose que Hamilton le enseña inglés, que las matemáticas se las explica Newey, que la historia se la cuenta Williams) ¡Cuánto ganaríamos si esta máxima se cumpliese! Los alumnos deben ir motivados desde su casa, el profesorado no ha de motivar al alumno, ha de enseñar, ha de conducir esa motivación propia y ha de subir al alumno un peldaño más de lo que el alumno pueda, pero no debe perder el tiempo luchando contra algo que no se puede ganar.
    Sobre lo que cuentas del karting, solo puedo decir que es algo más que triste. El padre de Alex Novo también me ha estado contando algunas de sus penas, y coincidís ambos ¡Que triste que en el automovilismo haya tanto pícaro! Igual es reflejo de la F1. Por el contrario en las motos, hay programas, más o menos, razonables de promoción y nuestra cantera suele sobrevivir.
    Lo dicho, muy triste.
    Saludos

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  4. Salvo algunas excepciones, detrás de cada nombre que conocemos, y que al final si han podido lograr el sueño, existen muchas de estas cosas que dices; pero al menos ellos lo han conseguido, luego hay miles de personas en todo el mundo que se quedan por el camino en algún momento. Yo me puedo considerar uno de ellos, en mi caso por falta de pesetas en su momento. Más tarde, cuando ya había pesetas en uno de mis bolsillos, también había años en el otro.
    Los ladrones de sueños, como las órdenes de equipo, han existido, existen y, por desgracia, existirán.
    Cuando Fernando Alonso ganó su primer Mundial, lo dedicó a su familia más cercana y poco más, preguntado por ello contestó que eran los únicos que, verdaderamente, le había apoyado durante toda su carrera.
    Un saludo

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  5. Hay mucha gente negativa, hay que aislarse de ellos, ni caso, trabajar hacer piña quienes realmente estáis interesados y saldrá, saludos

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  6. Por desgracia en todos lo ambitos de la vida hay ladrones de sueños.
    Lo de USF1 fue un autentico pufo.
    Y como dice Cavallino,la cabecera es muy chula

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  7. Hostia...!! impresionante historia,con un final triste.Pero es real,lamentablemente así es la vida.

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  8. Desgraciadamente es así tal como lo pintas, si en todos los sitios hacen falta "padrinos" en el automovilismo mas todavía, al no ser y en contadas ocasiones que con un Seat 600 ganes a
    un GT en carrera y aun así nadie te asegura un puesto en cualquier equipo o categoría, a no ser que dispongas de muchos Euros...muchisimos.
    Pero lo que no hay que hacer, es dejar de intentarlo, porque al fin y al cabo los sueños sueños son y están ahí para cumplirlos.
    Un abrazo.

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  9. es una historia muy triste, y hay que tener cuidado con eso.. hay mucha gente mala que solo se aprovecha y te engaña, sabiendo que puede ser muy triste,.. lo importante es seguir adelante y bueno tratar de alcanzar el sueño como sea.. saludos!

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  10. @cavallino: gracias; la magia de esa conexión es un lazo muy fuerte, y quizás por eso los padres de los pilotos acompañen a sus hijos a la oficina; ahora estamos haciendo proyectos para la temporada que viene, dando un paso más en la búsqueda de un sueño: correr el aragonés, las series rotax, el valenciano, la copa mojo en portugal, la final mundial en los Emiratos Árabes Unidos... ¿donde termina la realidad y donde empieza el sueño?.
    @cavallino2: otra vez gracias; renovar la cabecera del blog es un lugar donde desarrollo una gran parte de un insensato afán de diseñar;
    @Primo de Anónimo: el tema de la motivación, como decía en el post, es bidireccional: observo que hay una cierta tendencia a echarse culpas, como reproches de una pareja mal avenida: que si los padres no imponen límites, que si los profesores no educan; quizás, como dices, al centro educativo se va a recibir conocimientos, no valores, pero entonces deberían abstenerse de inculcarles ninguno y limitarse a dar unas lecciones teóricas; desde la base de las cuatro ruedas miramos con sana envidia la de las dos ruedas, intentando imitar aquéllo que les ha funcionado, pero nos topamos con esa panda de desalmados (pícaros sería un calificativo suave para quien se aprovecha de las ilusiones de los más pequeños) que bajo la justificación que este deporte es caro, abusan hasta lo insano (no te puedes imaginar el margen comercial del que hablamos); Alex está en la categoría más bonita, la cadete, con unos resultados espectaculares tanto en el catalán como en el campeonato de España.

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  11. @fitti4652: he oído a algún que otro desalmado criticar a Fernando porque no fue agradecido a las personas que se creen que le apoyaron, pero como él dijo, excepto Genis, que le echó un cable cuando ya estaban a punto de tirar la toalla, nadie le echó una mano de verdad; dicen que detrás de cada niño que monta en kart (vale también para las motos) hay un piloto frustrado: suele ser cierto y por eso quizás estemos dispuestos a dar más porque nuestros hijos no vena sus sueños frustrados;
    @silvo: ese mensaje que mandas, y que Fernando sigue en muchas ocasiones, es el faro a cuya luz nos dirigimos: ser positivos. Pero nosotros somos muy afortunados, porque aún seguimos adelante: cada año hemos visto descolgarse a tantos niños que ese es un pequeño rosario de recuerdos dolorosos. Hoy he tenido la suerte de compartir pista con cuatro niños que tenían su primer contacto con el karting, cuatro ilusiones que, además de sus padres, ¿quien cuida?.

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  12. @jaume101: si, ladrones de sueños hay un montón, en el karting y en muchos sitios más que tengan la característica de ser objeto de la fantasía infantil; me encanta que os haya gustado la cabecera;
    @Mónica: y esa es la vida de la parte afortunada del mundo, porque hay otros muchos lugares en que los niños ni tan siquiera pueden tener sueños porque sobrevivir es suficiente; lo que me enciende es que ha tanto aprovechado y tanto negativismo, aquí y en cualquier lado;
    @Juan M Gomez-E: se nota que hablas desde el sentimiento; en cualquier actividad deportiva se pasa, por méritos, de los sociales a los regionales, después a los nacionales, europeos y mundiales... menos en los deportes del motor donde la línea entre estar y no estar la marca el argumento del dinero; pero muchas desgraciadas veces, ese dinero va a parar a bolsillos que no se lo merecen, agotando los recursos familiares antes de tener una verdadera oportunidad;
    @silf1: ¡trabaja por tus sueños! es un mensaje que me gusta transmitir, porque los sueños, como las utopías, son el lugar hacia el que dirigir nuestros mejores actos.

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