La guerra de las naranjas
El título de este post parece hacer relación a una trifulca comercial entre España y Marruecos por el precio de los cítricos, pero no, nos lleva por el laberinto de la historia a la frontera portuguesa.
Hoy Portugal y España comparten como frontera en tierras de Extremadura el río Guadiana; pero no siempre fue así: hubo un tiempo en que el reino de Portugal atravesaba las aguas del Guadiana a través del Puente de Ajuda y se introducía en Olivenza, plaza que tuvo que fortalecer en numerosas ocasiones para prevenir los ataques de los reyes hispanos. Así duró durante varios siglos, hasta que iniciado el XIX, ante la presión hispano-francesa en lo que se llamó la Guerra de las Naranjas, y sin necesidad de disparar un solo proyectil, las tropas portuguesas se retiraron y se se firmó el Tratado de Badajoz que dispuso que "Su Magestad Católica conservará en calidad de conquista, para unirlo perpetuamente a sus dominios y vasallos, la plaza de Olivenza, su territorio y pueblos desde el Guadiana; de suerte que este río sea el límite de sus respectivos Reinos". Desde entonces los portugueses han visto a Olivenza con unos ojos parecidos a como nosotros miramos al Peñón de Gibraltar.
A primeros de septiembre cruzamos el Guadiana con intención de participar en la Copa Ibérica Rotax, una de las opciones para ganar una plaza para el único mundial de karting al que sólo se accede por resultados deportivos y no económicos.
Nuestro ejército, Arakart, estaba comandado por Pedro y Óscar, y la tropa la formábamos Álvaro Hervás y Jon; pero también había otras tropas españolas provenientes de Andalucía, Álvaro Otero y Alexis Araujo, de Madrid, Ignacio de Palacio, Daniel Salvador y Ricardo García, Carlos Jara de Castilla-La Mancha y Marc González de Aragón.
Con la complicación de un tiempo cambiante en que por las mañanas llovía y a lo largo del día se iba secando la pista, fueron pasando las jornadas previas a la gran batalla, ajustando chasis y motores a un circuito con un trazado muy técnico y complicado.
El día del combate amaneció soleado y, pese a las amenazas de lluvia, toda la jornada transcurrió en seco.
Jon se colocó en la cuarta posición en la manga clasificatoria y quinto en la prefinal, lo que le habría opciones para luchar por el podio, del que le separaban apenas dos décimas que podía gestionar en carrera.
Cuando comenzó la batalla final, superada la complicación de las tres primeras curvas enlazadas, Jon mantuvo su posición, hasta que se puso detrás el piloto portugués 268, que no se lo pensó mucho: al entrar en una curva le empujó el paragolpes trasero echándole sobre las protecciones de neumáticos, con lo que perdió toda opción de luchar por su puesto.
Cuando abandonamos el circuito de Viana, dejamos detrás, como en el campo de batalla, los cadáveres de multitud de ejes doblados que asomaban de las bolsas de basura de los equipos, porque no sólo fue Jon, sino prácticamente todos los españoles quienes sufrimos daños por acciones más o menos inaceptables.
Unas semanas después, veo por la tele como Hamilton embiste otra vez a Massa y le arruina la carrera; después, mientras el inglés atendía a los medios de comunicación, se le acercó por detrás el brasileño y le recriminó su actitud.
Ese tipo de maniobras no hacen de Hamilton mejor piloto, ni posiblemente le acerquen a revalidar su título mundial, sino que le convierten en aspirante a ser el piloto más sancionado, disputándole ese deshonor a un piloto polémico como Schumacher.
Massa, y un montón de gente, habían hecho un gran trabajo para poner el coche en pista que, además, en ese momento era más rápido que Fernando; pero tanto esfuerzo se lo llevó por delante un descerebrado, ciego de vanidad, ansía de gloria y autobombo.
No, no puedo aplaudir ese tipo de maniobras y una vez más creo, como mucha gente que está en "su" carrera, que deberían pararle los pies con una sanción ejemplar.
Aunque si al general español, Manuel Godoy, que comandaba las tropas en la Guerra de las Naranjas se le conocía como "Príncipe de la Paz", y si a Obama que mantuvo la guerra de Afganistán y la cárcel de Guantánamo se le concedió el Premio Nobel de la Paz, ¿qué impide reconocer a Hamilton el título de Mejor Piloto?.
Hoy Portugal y España comparten como frontera en tierras de Extremadura el río Guadiana; pero no siempre fue así: hubo un tiempo en que el reino de Portugal atravesaba las aguas del Guadiana a través del Puente de Ajuda y se introducía en Olivenza, plaza que tuvo que fortalecer en numerosas ocasiones para prevenir los ataques de los reyes hispanos. Así duró durante varios siglos, hasta que iniciado el XIX, ante la presión hispano-francesa en lo que se llamó la Guerra de las Naranjas, y sin necesidad de disparar un solo proyectil, las tropas portuguesas se retiraron y se se firmó el Tratado de Badajoz que dispuso que "Su Magestad Católica conservará en calidad de conquista, para unirlo perpetuamente a sus dominios y vasallos, la plaza de Olivenza, su territorio y pueblos desde el Guadiana; de suerte que este río sea el límite de sus respectivos Reinos". Desde entonces los portugueses han visto a Olivenza con unos ojos parecidos a como nosotros miramos al Peñón de Gibraltar.
A primeros de septiembre cruzamos el Guadiana con intención de participar en la Copa Ibérica Rotax, una de las opciones para ganar una plaza para el único mundial de karting al que sólo se accede por resultados deportivos y no económicos.
Nuestro ejército, Arakart, estaba comandado por Pedro y Óscar, y la tropa la formábamos Álvaro Hervás y Jon; pero también había otras tropas españolas provenientes de Andalucía, Álvaro Otero y Alexis Araujo, de Madrid, Ignacio de Palacio, Daniel Salvador y Ricardo García, Carlos Jara de Castilla-La Mancha y Marc González de Aragón.
Con la complicación de un tiempo cambiante en que por las mañanas llovía y a lo largo del día se iba secando la pista, fueron pasando las jornadas previas a la gran batalla, ajustando chasis y motores a un circuito con un trazado muy técnico y complicado.
El día del combate amaneció soleado y, pese a las amenazas de lluvia, toda la jornada transcurrió en seco.
Jon se colocó en la cuarta posición en la manga clasificatoria y quinto en la prefinal, lo que le habría opciones para luchar por el podio, del que le separaban apenas dos décimas que podía gestionar en carrera.
Cuando comenzó la batalla final, superada la complicación de las tres primeras curvas enlazadas, Jon mantuvo su posición, hasta que se puso detrás el piloto portugués 268, que no se lo pensó mucho: al entrar en una curva le empujó el paragolpes trasero echándole sobre las protecciones de neumáticos, con lo que perdió toda opción de luchar por su puesto.
Cuando abandonamos el circuito de Viana, dejamos detrás, como en el campo de batalla, los cadáveres de multitud de ejes doblados que asomaban de las bolsas de basura de los equipos, porque no sólo fue Jon, sino prácticamente todos los españoles quienes sufrimos daños por acciones más o menos inaceptables.
Unas semanas después, veo por la tele como Hamilton embiste otra vez a Massa y le arruina la carrera; después, mientras el inglés atendía a los medios de comunicación, se le acercó por detrás el brasileño y le recriminó su actitud.
Ese tipo de maniobras no hacen de Hamilton mejor piloto, ni posiblemente le acerquen a revalidar su título mundial, sino que le convierten en aspirante a ser el piloto más sancionado, disputándole ese deshonor a un piloto polémico como Schumacher.
Massa, y un montón de gente, habían hecho un gran trabajo para poner el coche en pista que, además, en ese momento era más rápido que Fernando; pero tanto esfuerzo se lo llevó por delante un descerebrado, ciego de vanidad, ansía de gloria y autobombo.
No, no puedo aplaudir ese tipo de maniobras y una vez más creo, como mucha gente que está en "su" carrera, que deberían pararle los pies con una sanción ejemplar.
Aunque si al general español, Manuel Godoy, que comandaba las tropas en la Guerra de las Naranjas se le conocía como "Príncipe de la Paz", y si a Obama que mantuvo la guerra de Afganistán y la cárcel de Guantánamo se le concedió el Premio Nobel de la Paz, ¿qué impide reconocer a Hamilton el título de Mejor Piloto?.