“Nadie es como otro. Ni mejor ni peor. Es Otro” (Jean Paul Sartre).
Era el año 1968, cuando los ideales todavía no se habían confundido con fundamentalismos, cuando un boxeador, nacido como Cassius Marcellus Clay y rebautizado tras su conversión como Muhammad Ali, fue desposeído de su cinturón de campeón del mundo de los pesos pesados por negarse a combatir en la Guerra de Vietnam. En 1971, posiblemente las necesidades económicas ablandaron sus exigencias morales, se celebró “la pelea del siglo”, en que Joe Frazier, que era el campeón, ganó a Ali por puntos. En 1974 Ali se vengó, también en Nueva York, por decisión unánime. En 1975, en The Trilla in Manila, en Filipinas, Ali (que llegó a llamar gorila a Frazier) resultó vencedor. Esos duelos fueron auténtica religión en la historia del boxeo.
En el deporte del motor ha habido (y hay) otros duelos mediáticos, como el de Pedrosa y Lorenzo en Moto GP, en el que ni la mediación paternalista del rey Juan Carlos supuso un mínimo acercamiento.
La F1 no ha sido ajena a esta tendencia, y ya el mítico duelo entre Senna y Prost, desbordó ríos de tinta que aún hoy conservan un buen caudal; precisamente en ese río se bañó, hace bien poco, Lewis Hamilton, saliendo empapado del espíritu de Senna, viendo en su antagonista, Fernando Alonso, a su Prost particular.
Y es que el duelo de oro de la moderna historia mediática lo han protagonizado el asturiano y el inglés, desde aquél GP de Hungría en 2007 en que Fernando se negó a salir a la pista, manteniendo el pit lane de McLaren ocupado, sin que Hamilton pudiera hacer un cambio de ruedas extra; en su particular pugna, han llegado a ocupar un puesto de ¿honor? en el Top10 de los piques históricos del deporte (blogs.20minutos.es buscar por enemigos históricos).
Pero la sensación es que, como pasara el año pasado con Webber/Vettel, y este con Alguersuari/Buemi, la relación entre los pilotos no es tan mala como se nos hace creer, y si no fijaros en quien hizo detener su coche en la presentación del GP de F1 de Japón de 2009, para recoger a Hamilton cuando el suyo se estropeó.
El último GP de Malasia nos brindó un episodio más de este duelo, resuelto salomónicamente con una sanción a ambos pilotos; esos pocos minutos han supuesto para un sector importante de la afición “una de las acciones más destacadas”, porque los seguidores nos mantenemos empecinadamente divididos entre el de Ferrari y el de McLaren (es difícil encontrar a un seguidor de ambos); la mercadotecnia sigue sacando provecho de este filón, y va el Banco Sabadell y coloca en el mercado el “Depósito Pole Position” que prima a sus inversores con una remuneración extraordinaria si gana el campeonato Fernando Alonso o Lewis Hamilton.
Posiblemente conocedores del tirón informativo que estos duelos suponen, en Toro Rosso alimentan la rivalidad entre Buemi y Alguersuari, porque si no fuera por la chispa que ha encendido las declaraciones de Franz Tost (interesante entrada de Jaume 101 sobre este tema a la que se llega a golpe de clic aquí), hablaríamos menos de esta escudería que de Virgin (perdón, Marussia), de la que ya ni se acuerda el propio Richard Branson, más liado con cohetes y submarinos que con coches de colores.
Estos odios supuestamente viscerales, alimentados por el marketing de los equipos, tienen todos los elementos para convertirse en el enfrentamiento perfecto, con dos gallos jóvenes y un pretendiente, en un ambiente de coches de carreras y glamour; incrementado el valor mediático del equipo, los patrocinadores verán una oportunidad de negocio en poner sus nombres en los monos de unos pilotos que aumentan su cuota de popularidad.
Ya aprendimos el año pasado, cuando Webber se quitó la careta, que una buena parte de todo esto es puro teatro montado sólo para atraer el interés de los medios, algo de lo que Red Bull es precisamente especialista: un ¿casualidad" es que uno de los pocos directivos compartidos por Red Bull y Toro Rosso es Dominik Mitsch (el de la foto de al lado), jefe de marketing en ambos equipos.
Empecé este post con una cita de Jean Paul Sartre que termina: “y si dos están de acuerdo alguna vez, es por un malentendido".
parece que esos enfrentamienros, reales o supuestos, dan mucho juego y suelen alimentarlos, saludos
ResponderEliminar|silvo: Si no fuera por el supuesto duelo entre Buemi y Alguersuari, la escudería no produciría apenas noticias que hicieran subir su valor mediático; claro que tiene que haber un pique entre pilotos, pero eso de calentar el ambiente, me parece provocado.
ResponderEliminarES cierto, bueno yo no conozco la rivalidad senna-Prost, sólo lo que se dice, pero la que si conozco es la de Hamilton-Alonso jejeje.. como olvidarla, esa es la de ahorita aunque ellos la nieguen, aunque esto es más exageración de los medios que otra cosa, en aquel momento sí era,. pero ya ahorita no lo creo.. saludos!!
ResponderEliminarEstimado José Luis,
ResponderEliminarMe quedo con la última parte de la cita de JP. Por cierto, yo soy de los ave raris que siguen a Alonso, a Hamilton y a Vettel sin ningún asco, ensalzando sus virtudes y dándole palitos cuando creo que se lo merecen ¿Se me podrá aplicar la primera parte de la cita solo a mí? No cabe duda de que hoy me he levantado más egocéntrico que de costumbre.
Saludos y nos leemos
@silf1: yo también creo que hubi rivalidad de verdad y hasta sus padres dejaron de hablarse: entonces estaba alimentada por laavaricia de Dennis; lo de Buemi y Alguersuari me parece más artificial;
ResponderEliminar@Primo de Anónimo: seguro que tienes un montón de razones para disfrutar de una gran autoestima, así que ¡adjudicada por aclamación la primera parte de la cita; racionalmente das cada cual lo que crees que se merece, pero ¿emocionalmente fuiste indiferente en el 2007 a la pugna Alonso/Hamilton?;
En 2007 mi frase favorita fue: Si no gana Alonso que gane Raikonen. ¿Por qué? Porque me cae mejor que Hamilton.
ResponderEliminarEl año pasado la cambié por: “Si no gana Alonso que gane Webber”. ¿Por qué? Porque Webber me cae mejor que Vettel.
La de este año empieza a ser: “Si no gana Alonso que gane Hamilton”. Porque fíjate tú, ahora mis demonios se los he trasladado a otro.
Cuando veo un Barça-Madrid soy capaz de desear que el árbitro acierte en todas las decisiones, porque no vivo la pasión con la intensidad de un hincha. Pero en Formula 1 no, me resulta imposible ver las cosas desde el mismo ángulo. Como ya dije una vez no creo que necesitemos a los medios para alimentar las rivalidades, porque sin rivalidad el deporte sólo es un espectáculo visual, con ella es pura víscera. La rivalidad entre dos contendientes les puede hacer cometer los mayores errores y las mayores genialidades en los momentos más decisivos. La rivalidad magnifica el deporte.
@J.C.Alonso: tu punto de vista amplia el espectro de posibilidades; a mi me pasa como a tí, y en mi caso s el dedo de Vettel el que absorbe mis antipatías; estoy de acuerdo en que la rivalidad magnifica el deporte (bonita idea para tener en cuenta), pero cundo es alimentada con fines comerciales, lo corrompe; sería lógico que Buemi y Alguersuari sintieran rivalidad hacia el resto de pilotos de la parrilla, al menos como la sienten entre sí, pero sólo no queda su mal rollo, como s les diera igual quedar por delante o por detrás de lso Williams o los Lotus (por poner un ejemplo), y sólo como estrategia de marketing; así les va a los dos.
ResponderEliminarnO SE PUEDE ENTENDER EL CONCEPTO DE CAMPEÓN SIN UN ALTER EGO, ALONSO LO TIENE EN hAMILTON y dices bien no es tanto como nos hacen ver, si en competición puede rivalizar, pero sin uno el otro no seria lo mismo pienso yo, como dani y jorge ambos son dos fueras de serie y su rivalidad ha echo que mermen a Rossi
ResponderEliminar@jairo F.Quindós: Dani y Lorenzo, Hamilton y Alonso, son de distintos equipos, y es lógica la rivalidad máxima; Buemi y Alguersuari son del mismo equipo; fíjate el daño que creo que se le hace a Jaime ccn esta presión, que está el último de los plotos que no es de un equipo "nuevo": debería medirse con los rivales de otros equipos y buscar ahí su margen de mejora.
ResponderEliminarBuena reflexión. Por supuesto que hay piques entre los pilotos del mismo equipo, que el primer rival es el compañero y todo eso, pero de ahí a que se hagan declaraciones como las de Buemi y Alguersuari tras Australia...
ResponderEliminarDe todas maneras, yo me inclinaba por la opción de rivalidad real entre ambos ya que se supone que hay mucho en juego (el asiento de Webber en 2012) y los dos son jóvenes (lo que conlleva un mayor ímpetu). Pero conociendo el detalle del jefe de marketing pluriempleado y lo que pasó en 2010 con Webber y Vettel, uno ya no sabe que pensar.
Por cierto, curioso el vídeo de Alonso y Hamilton en Japón, no lo había visto y tiene su aquel por todo lo que rodea a su relación.
Gracias por escribir en mi blog!!! La F1 no tendría gracia sin el pique entre los pilotos.
ResponderEliminarLa lucha entre Fernando y Lewis es hoy en día una de las mas duras de la parrilla.
A mi me encanta Lewis y no puedo soportar al español, no entiendo como a gente le puede agradar los dos.....
@Aitor Pérez: no veo a ninguno de los dos pilotos de Roro Rosso ocupando el puesto de Webber, pero si estuviera abierta la candidatura, Jaime en este momento es el último clasificado de los pilotos que no conducen un coche de los tres equipos nuevos y no se le ve mejoría; ¿crees que si Buemi no terminara las próximas carreras, y por eso le aventajara, eso le hará mejor?; es curioso el vídeo ;-)
ResponderEliminar@Zagal: me pasaré a conocer ese corazón blanquillo;
@F1adicto: me gusta tu blog y soy asiduo a él; el piqye entre pilotos pone ese punto de picante que "magnifica el deporte", pero ¿del mismo equipo y en la parte final de la tabla?: a mi a veces hasta me parece un tanto patético; otra cosa fue el de Hamilton y Alonso, ampliado por sus padres, y que aún hoy nos reverbera en el corazón cuando les vemos uno detrás de otro en la pista; después cada uno nos quedamos con el piloto que más nos hace sentir.
ResponderEliminarHola Jose Luis:
ResponderEliminarYo tambien debo ser de esos raros que soy seguidor tando de Alonso como de Hamilton,ya que considero que junto a Vettel son los tres mejores pilotos hoy por hoy.
A parte se la logica rivalidad que hay entre pilotos y mucho mas si son compañeros de equipo,supongo que todo esto viene incrementado por unos personajes muy curiosos...los periodistas y el afan de vender periodicos y conseguir audiencia cueste lo que cueste
Estimado José Luis,
ResponderEliminarPerdona que replique, ya que no me gusta el intentar polemizar y rebatir hasta la extenuación. Y tienes razón, no fui indiferente. Digamos que al principio estaba con Alonso totalmente, luego me fui tornando hacia Hamilton, y al final me indigne con Dennis; porque volvió a demostrar que no sabe llevar un equipo con dos gallos verdaderos. Si él quería que ganase Hamilton tenía que haber cogido a Alonso y haberle dicho, eso tan famoso de, “Hamilton is faster than you” y pincharle las cinco ruedas, si tenía dudas sobre sus preferencias tenía que haberle dicho a Hamilton “don’t worry, be happy” y pincharle las cinco ruedas; pero lo que no es comprensible es que intentase lavarse las manos para quedar como un verdadero Lord inglés, mientras sus chicos se destrozaban, el equipo se dividía y destrozaba, y por el medio ganaba otra escudería. Eso solo lo sabe hacer el tío Ron.
Saludos
@jaume101: creo que Hamilton es admirado en general por su calidad como piloto y Vettel ha ido asumiendo, dedo a dedo, las antipatías por el inglés; estas son las cosas que nos hacen emocionarnos; otra cuestión es la rivalidad entre compañeros de equipo, que piensoq ue sólo sirve para agriarnos el carácter a ellos y a nosotros; no les veo más utilidad que la marca adquiera un mayor valor comercial al subir su índice de popularidad; ver a Jaime cerrar la lista de pilotos (excepto los seis de los equipos nuevos) sólo adquiere interés si se crea un pique artificial con su compañero de equipo;
ResponderEliminar@Primo de Ançonimo: Perdonado y encantado de recibir tus réplicas, aunque esta vez es más lo que nos une que lo que nos separa; Denis posiblemente fuera el personaje que más visceralidad nos causó; esas imágenes en que Alonso se cruza con él y no le habla nos llegaron hasta el fondo de los hígados; con el tiempo hemos aprendido a admirar a Hamilton, en general, pero ¿a Ron?: ni un ápice.
Y yo que pensé que era un poco mal pensado... ¡me ganaste! Y de paso me has puesto a cavilar.
ResponderEliminarGran entrada, como siempre ;)
@Gracias, Martin; sobre la F1 estamos miles de ojos con distintos puntos de vista: el mío de esta entrada ha intentado ser malevólo, con bondad, hacia Jaime; cuando Jon se enzarza con otro piloto en una carrera, su límite suele estar en quedar por delante o por detrás de él, y ahí cifra su satisfacción o insatisfacción, aunque los puestos que se repartan sean último y penúltimo; en esas ocasiones intento que mire hacia adelante y que vea al rival sólo como un obstáculo hacia su meta, que es sacar el mayor provecho del material que tiene. Me gustaría que Jaime abriera los ojos y se diera cuenta que no deja de ser un postadolescente en un mundo de adultos con intereses concretos y que él sólo es una herramienta suya.
ResponderEliminar:-)
Entonces ¿de qué depende de que un piloto sea o no un instrumento al servicio de intereses de otros, una herramienta? ¿de la edad? ¿del dinero que gana? Yo opinaría que un piloto siempre será un pelele en manos de otras personas, que le premiarán mejor o peor, como al perrillo que le das una caricia cuando te trae el periódico.
ResponderEliminarsaludos
@Martin Herzog: depende de sus valores; un contrato de pilotaje es como cualquier otra relación profesional; luego cada cual tiene su límite, pero ese límite no lo da la actividad sino la personalidad de cada cual, sea piloto, ingeniero, político, médico, ingeniero o periodista: ¿cuanto estamos dispuestos a tragar por aguantar en nuestro trabajo?: no creo que los pilotos, por el hecho de serlo, tengan ningún tipo de especialidad; únicamente hay un dato relevante, que he podido ver por mí mismo, y es lo sorprendente que resulta ver a chicos muy jóvenes en un mundo de adultos que los llevan y los traen.
ResponderEliminar