jueves, 14 de octubre de 2010

La velocidad, ¿es cuestión de genes?.




Desde pequeño Jon ha estado rodeado de ruedas; ya antes de caminar, cuando iba en la sillita se iba fijando en el girar de las ruedecitas y al llegar a una esquina sacaba un dedo y señalaba en una dirección mientras imponía un “pú ahí”, que no podía ser desatendido sin grandes quejas por su parte.
Después se pasaba las horas arrastrando coches por el suelo, echando carreras por el borde de la encimera, mientras aprendía a derrapar con el correpasillos al que llamaba “bum-búm”, por el ruido del motor.
Llegó la hora del “ciciclo”, con el que ya hacía unos derrapes controlados en la terraza del bar de Pitu y Suni, que unas veces eran aplaudidos por los clientes y otras premiadas por Gina con un chorro de nata montada directamente del bote a la boca.
La casa estaba llena de coches de todos los tamaños, garajes, circuitos… cualquier espacio era bueno para hacer una maniobra de aparcamiento o un arriesgado adelantamiento en carrera.
Y llegó la primera moto eléctrica antes de quitarle los pañales, con la que tenía que esquivar sin parar los marcos de las puertas porque no cabía por ellas; y la segunda de gasolina, esa pequeña Honda con ruedecitas que aún tardamos un par de años en quitar.
Las primeras salidas al campo y el primer circuito de motocross llegaron antes que se cayeran los dientes de leche.
Bicicletas y monopatines alternaron la moto de trial y la KTM que todavía tenemos en la bodega de casa, hasta que apareció un cartel de la Fórmula Karting 2007, con la pregunta de ¿te gustaría ser piloto de F1?: la selección en la Feria de Muestras de Teruel se hizo a puerta cerrada (no estábamos presentes padres y madres), por lo que no se por qué pero no fue incluido en el programa de ese año (aún conservo en la cartera la pegatina con el nº 74 de su participación).
Fue un año de motos, días completos sin parar, llevando un bidón para reponer gasolina; conocimos muchos caminos (alguno llevaban a algún sitio y otros no), fuimos a todos los pueblos de la Comarca del Matarraña, sin necesidad de pisar carretera, aunque lo que más le gustaba era hacer algún tramo de asfalto a toda velocidad (para horror de Diana llegamos a coger los 100 con la KTM dando bandazos).
Otro cartel de la Fórmula Karting, esta vez de la temporada 2008, nos condujo a Xavi Montero y Juanjo Ríos y a un circuito de karts que ya habíamos buscado antes, sin encontrarlo.
La selección se hizo en las instalaciones de Motorland, con el asesoramiento de Pedro de la Rosa, que eligió a Jon como uno de los tres pilotos becados.
Un primer Maranello con el que dio más vueltas al circuito que una escalera mecánica, nos condujo a las primeras competiciones y los primeros nervios, viendo desde la grada las primeras carreras en que realmente nos jugábamos algo: la satisfacción de Jon, que, como todo ganador, lleva muy mal el no ser el primero, y en este deporte sólo uno gana y todos los demás pierden.
Y llegaron los podios enlazados, el adelantamiento en Torremocha en la última curva, el dominio en Zuera… y la final de Alcañiz de aquél año que, pese ganarla, le supuso perder el título, terminando subcampeón de su categoría.
Desde entonces han pasado dos temporadas, y dos campeonatos ganados, mientras cada vez apura más las frenadas para traccionar antes, se ajusta más a los pianos, aprende nuevos puntos de adelantamiento, hace inventos para mejorar el rendimiento (¡con doce años el jueves antes de carrera tuvimos que pegarnos la paliza de montar el kart sólo para hacer dos vueltas y comprobar si algo que había ideado funcionaba: y funcionó!) y en casa todo sigue lleno de coches: el Scalextric montado en el piso de arriba, un garaje en el ordenador, la consola… y de trofeos.
Jon tiene un sobrino (mi nieto mayor) que también se llama Jon y ya ha empezado a pilotar karts en Güeñes.
Todo este repaso biográfico es para al final preguntarme: ¿la velocidad es cuestión de genética o es influencia ambiental?.
Por si queda alguna duda, en este video de Kamikaze Kobayashi (que lo he visto en el blog de Amilporhora) se pueden ver ya las formas que tenía siendo un crío (muy recomendable verlo porque enseña una faceta importante de su carácter como piloto: para llegar a él, haz un click aquí):

5 comentarios:

  1. Si nos fijamos en Keijor y Nico Rosberg; y Graham con Damon Hill, pues la cosa si se puede decir que es genetica...salu2

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  2. Estimado José Luis,
    Lo siento pero me has tocado la fibra profesional, y no puedo pasarlo por alto sin soltar mi perorata. La respuesta es no, además contundente.
    La información genética esta en las moléculas de DNA y estas actúan como un inmenso libro del que una persona concreta lee solamente unos párrafos. Algunos de los párrafos son obligatorios de leer para todo el mundo, pero otros solo los lee una persona y de forma casual. Los mecanismos químicos concretos de esa elección son totalmente desconocidos. Más aun, empezamos a tener sospechas que el libro gordo de petete de la información no es solo el conjunto del DNA sino que hay más cosas. El como influye el medio en la lectura y en la modificación de la información para pasar a la siguiente generación es un agujero negro.
    Luego la velocidad es una cuestión ambiental (padres, familiares, amigos, incluso un hecho fortuito), y por esos los hijos de grandes campeones solo suelen ser justitos campeones o directamente mediocres corredores.

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  3. @Ricardo Daniel: algo debe haber, además de aficción.
    @Primo de Anónimo: muy buena explicación. Yo me pregunto por lo que hace que un niño se sienta por primera vez en en kart y sale escopetado y otro pisando huevos. A lo mejor es que hay una página de ese libro que trata sobre la búsqueda de emociones y cada cual lee aquélla parte que le interesa: "ojo, peligro" o "adrenalina a tope", por ejemplo. Después viene el medio (generalmente en forma de padre, madre o abuelos) y asume el riesgo o transmite el ¡cuidado! y eso termina de moldear.
    En el caso de Jon, antes de saber hablar ya le gustaba ir con el aparato de ruedas del momento por el borde: en el paseo marítimo de Santa Eulalia, donde vivíamos entonces, cogía carrerilla y hacía un derrape justo para quedar parado al límite del muro (había gente que hacía el gesto de ir a cogerle).

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  4. Buenas.

    Esta para comerselo!!!!!!

    Pero si yo hubiera sido Diana, seguro que me habria dado mas de un yuyu!!!

    Que le poniais en los biberones a Jon?

    Que fotos mas bonitas!

    Asi ha salido todo un campeon!!!!

    Besos familia!!!
    Rosa

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  5. @Luna: vale, me has pillado, los biberones eran... mmmm... eran... ¡de gasolina!
    Un beso para los tres.

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