¿Hay alguna relación posible entre esas dos imágenes?, ¿conducir en juegos informáticos habilita para pilotar monoplazas?.
Esa misma pregunta se la hicieron los de Top Gear (a la entradilla del artículo te un click aquí y al texto completo, publicado en la revista de iRacing Front End, aquí) y localizaron al campeón del mundo de iRacing, un juego de simulación con más de 20.000 miembros.
Así que se fueron a un pueblecito de pescadores de Islandia, cogieron a Greger Huttu y se lo llevaron al circuito Road Atlanta, en Georgia (EEUU); acostumbrado a conducir un Ford Sierra, le sentaron en el cockpit de un fórmula Star Mazda, un monoplaza con slicks y alerones, propulsado por el mismo motor rotativo que el RX-8; con sólo 607 kg, tiene 260 cv, una caja secuencial de seis velocidades y alerones ajustables: "es realmente rápido, tanto cómo un GT la mayoría de los circuitos", dicen los chicos de Top Gear.
Greger, de 30 años y un físico nada deportivo, estaba acostumbrado a los gráficos de la pantalla y al mando del simulador, pero nunca había tenido una experiencia real de lo que era un verdadero coche de carreras: ¿sería la realidad parecida a la ficción?.
Sentado ya en el coche, Greger se ajusta al habitáculo, agarra el volante y simula hacer un cambio de marchas, mientras escucha las explicaciones del ingeniero … y posiblemente su cuerpo experimente una subida de adrenalina que no la den los simuladores.
Inicia su vuelta rápida, mientras el equipo, con la respiración contenida, escucha el motor acercándose a la última curva, una rasante a derechas en bajada con un despiadado muro en el exterior, preparado para llevarte por delante ante el más mínimo error de subviraje: Greger sube sin miedo el motor de vueltas y hace las reducciones en el momento exacto, pisa el freno con firmeza y decisión en la curva, con la aceleración justa... y el coche se mantiene estable. Su único fallo es un cambio tardío de marcha, que lleva al motor rotativo al corte de inyección: "es rápido", respira relajado Alan, el ingeniero que dirige la prueba. La telemetría confirma las impresiones del oído humano, llegando a hacer un tiempo a tres segundos de ser competitivo en esta pista.
Greger reconoce que el coche tiene más grip que en el ordenador, pero eso es gracias probablemente a la puesta a punto y a la alta temperatura del asfalto.
Habilidad y coraje son dos características que necesita un piloto de carreras profesional, y parece que se pueden desarrollar virtualmente, ensayando una y otra vez los puntos de frenada y de aceleración, pasando y repasando las curvas por la trazada ideal, modificando los reglajes virtuales: al menos Greger ha demostrado que alguien sin ninguna experiencia en coches de carrera (ni tan siquiera de velocidad) es capaz de entrar con un coche de carreras en una curva a 160 km/h, cuando un piloto profesional lo hace sólo un poco más rápido, a 177 km/h.
Pero no todo es cabeza en la conducción profesional, porque también es necesario un físico para aguantar las potentes fuerzas G y un potente corazón capaz de bombear la sangre a 200 pulsaciones por minuto. Greger nunca ha montado en una montaña rusa, ni ha tenido ninguna experiencia de alta velocidad; de hecho, el vuelo en avión a EEUU fue su primera experiencia aérea: así que su cuerpo poco entrenado (con barriga cervecera, le describen los de Top Gear), no resistió la velocidad extrema y regresó a boxes, después del primer stint, con salpicaduras en la visera y el mono: había vomitado dentro del casco ¡mientras iba a 160 km/h!.
Después de tomarse unas pastillas, le vuelven a sentar en el coche, y constatan que su conducción es más limpia, empleando una técnica progresiva con la que rueda cada vez más y más rápido.
Jon con PS3 en la salida de Monza
Gregen desea seguir pilotando, posiblemente sabe que es su única oportunidad en la vida, pero en la vuelta 15 tiene que tirar la toalla: no puede más y los baches, las curvas, las aceleraciones y deceleraciones acaban con su fuerza física. “Ha demostrado valentía, agresividad y -lo más importante - un talento natural. Y al no estrellarse, se ha ganado el respeto de su equipo. No está mal para un tipo que sólo ha corrido en el mundo digital. De alguna manera, las carreras virtuales han abierto algo en su cerebro que le permite correr cómo un demonio. Es algo con lo que se nace, pero sin un banco de pruebas como iRacing, nunca se puede saber si se tiene”, dicen los de Top Gear de él.Para ser piloto profesional se necesita habilidad y coraje, y también capacidad física: algo de esto puede ser perfeccionado en iRacing (o la Ps3); “los otros bits requieren sangre, sudor y lágrimas”.
No sólo es necesario entrenar, física y virtualmente, sino que además la FIA debería no sólo congelar los motores, sino congelarse a sí misma (Ecclestone probablemente lo agradecería), porque acaba de salir un videojuego, F1 2010, y ya están cambiando las reglas del campeonato, cuando no es posible tener un “parche” de adaptación en el juego. Mientras el 2011 se correrá sin F-duct ni doble difusor, con KERS y neumáticos Pirelli, sin alterar la altura del alerón delantero pero pudiendo ajustar el ángulo del trasero durante la carrera (cuando estén próximos a su rival de delante, con el objetivo de aumentar sus posibilidades de adelantamiento), en las consolas se seguirá sin KERS, con Bridgestone y regulando el alerón delantero.
Y ya que vamos de simuladores, Marca nos cuenta (gracias Silvo por recogerlo -si quieres ver la entrada un click aquí te lleva)) que Hamilton se pasó el día en los simuladores de la sede de Woking y dijo que estaba feliz con la prueba virtual del 'MP4-26.
PD.: Silvo menciona en su comentario un tema interesante: el "don de conducir"; para que a nuestros retoños no les pase lo que a Greger, ahora tienen la posibilidad de hacer un cursillo básico de iniciación al Karting: ¿donde?, pues en Motorland Aragón (es verdad, lo reconozco, barro para casa): os dejo el link: sólo para edades de 8 a 12 años y ojo, el 12 de diciembre http://www.motorlandaragon.com/catalogo.aspx?idArea=40&idParrafo=824